te imagino hecho un ovillo, acurrucado en tu cueva
hibernando como el oso mientras que en mi alma nieva,
sin suspiros, ni sollozos, ni el más mínimo quejido
te has dormido mansamente con la nana del olvido
y descansas perezoso después de un largo galope
restañando tus heridas bajo el manto de la noche,
ni siquiera un suave trote te invita a salir del nido
sonríes tímidamente, recordando el desenfreno
que el amor en su locura provocaba en tu latir,
pero estás cansado y triste, dolido y decepcionado,
y sigues acurrucado pensando solo en dormir