jueves, 6 de septiembre de 2018

con un pie en el otoño

Poco a poco languidece el verano y el otoño esboza su sonrisa ocre. Sopla un viento suave, que desprende las primeras hojas de un impúdico árbol deseoso de lucir su desnudez, no sin antes mostrar sus enaguas otrora verdes, cayendo perezosas...sin prisa...tejiendo las primeras notas del festival de colores mates que componen las más bellas alfombras, a la espera de que unas lágrimas de nube tiñan con pátina de charol esa policromía fantástica que nada envidia a la explosiva primavera.
  La tierra apaga al fin su sed, y, agradecida, impregna el aire con ese sutil perfume fresco y húmedo, precursor de los dorados rayos de un sol más benévolo que asoma tímidamente entre nubes grises, y se refleja en cada espejo del suelo, regalándonos un mundo invertido y mágico.
Se escuchan de nuevo las cristalinas voces de los arroyos, saliendo del letargo que las hizo enmudecer, y entonan cántigos de campanillas, que traspasan el alma de quién, cerrando los ojos, se deja subyugar con tan bello canto.

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